viernes, 1 de octubre de 2010

Relato inédito II: "Las batallas en el desierto" La memoria arquitectónica como mecanismo de defensa. (Revisitando la obra de José Emilio Pacheco).

Oye, Carlos, ¿por qué tuviste

que salirte de la escuela esta mañana?

Oye, Carlos, ¿por qué tuviste

que decirle que la amabas, a Mariana?*


Las batallas en el desierto, obra del escritor José Emilio Pacheco, exhibe una fascinación por conectar los hechos de manera inseparable con lugares concretos, lugares que existen -o existieron-, paisajes urbanos que hoy en día no pueden negar sus preexistencias: calles, arquitecturas, barrios; imágenes vagas de aquello que hoy son vestigios, fragmentos del imaginario que sólo quienes pueblan estos territorios podrán dar testimonio, hacer mitos o construir leyendas.

Leyendas como la de Mariana; como la de Carlos; como la mía que al cumplir diez años de edad emigro al noroeste del país, aunque mi infancia quedó realmente instalada en una colonia de la Ciudad de México; fue cuando cambié de escuela, de amigos -incluso de familia-, de calles para jugar, de luces y de sombras... Hoy, 18 años después, regreso; aquel paisaje dista un tanto de ser el mismo de hace casi dos décadas. La nostalgia me invade por que los que habitan aquel lugar, preservado como tal ya sólo en mi memoria, ya no es el mismo; yo ya no soy el mismo. Así, en la cartografía de José Emilio Pacheco se ha borrado la noción de permanencia.



Se es consciente que la ciudad cambia, se renueva; algunos de sus destinos han muerto para dar vida a otros. Recordar la melodía de algún bolero de antaño, se liga con la imagen de alguna esquina de “la Roma”; cruzar hoy una avenida, recuerda el paso de aquel tranvía por Insurgentes que dista mucho de asemejarse al metrobús de nuestros días.

Es interesante darse cuenta que, como una suerte de mecanismo de defensa, nos resistimos al cambio, por bruscos o sutiles que estos puedan ser. Carlos jamás aceptó la muerte de Mariana… el derrumbe de aquella habitación en la cual fue declarado su prematuro amor ante ella… el colapso de su otrora escuela. Todo esto, relatado en un lenguaje coloquial aderezado con acontecimientos de la vida política del país, así como de retratos de la familia mexicana, se coloca a la novela lejos de cualquier ficción.

Así también, resulta en algo gratificante descubrir que dentro de estos territorios del arte, la arquitectura tiene sobre las historias y sus personajes (protagonistas o antagonistas) una pregnancia inigualable a cualquier otra expresión.

Una vez más, la arquitectura constata su vocación -parafraseando a Octavio Paz- como testigo insobornable de la historia...

*Fragmento de la canción “Las batallas” (Café Tacvba, 1992).

**El texto fue preparado para la clase "Arquitectura, arte y sociedad", impartida por el Arq. Felipe Leal dentro del programa de Maestría en Arquitectura, en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. México, D.F., septiembre de 2006. La fotografía corresponde a la imagen actual del edificio en el cual viví los primeros tres años de mi infancia, inmueble ubicado en la calle de Tlacotalpan, Colonia Roma Sur. México, D.F.

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